Descripción
Tras la liberación de la cátedra que llevo a la educación de la reproducción incesante a la significación, se hace necesaria la emancipación de la evaluación y la posterior liberación de la pedagogía. Liberación que es posible en el disponer de la solidaridad y la colaboración como herramientas, en el desmonte de la sistematicidad que aportó en la exacerbación del individuo, dada a tal grado que la escuela pasó de transmitir claves y acumulados a la simple propalación de perfiles validables casi exclusivamente por las formas de mercado.
La evaluación emancipada, más allá de la idea de competencia, deviene en una apuesta por el equilibrar las preocupaciones institucionales entre la persona y el colectivo. Esa es la idea que hace posible a un ensayo, en el que se convocan voces de distintos orígenes, para avanzar -epistemológicamente- en el entendimiento de la urgencia de evidenciar la imposición del institucionalizar sobre el democratizar que conlleva el cada vez más aplastante peso de los sistemas generales de evaluación.
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