Descripción
Al comienzo de un nuevo milenio y a más de un siglo de distancia, es tiempo de reconocer que, en muchos aspectos, la obra de Nietzsche ha dejado de ser intempestiva y que sus provocadoras sentencias han perdido buena parte de su fuerza telúrica. Sin embargo, hay un ámbito donde la sensibilidad contemporánea se molesta aún con las corrosivas afirmaciones de impertinente filósofo: aquel que se refiere a sus observaciones sobre política y, en particular, sobre la democracia.
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